martes, 1 de junio de 2010

Junio me olía a nuevos planes...


Hace poco apliqué un nuevo método para volver de la facu: me tomo el subte A para
hacer combinación con el D y así viajar cómodamente sentada.

Me adapté rápidamente al inframundo, sus antiguos subtes deteriorados me resultan reconfortantes. En la estación que espero hay un puesto de diarios que vende libros de autores renombrados a precios bajos. Un profesor hace un tiempo dijo: "Cuando tengan la suerte de sacarse la responsabilidad de pagar algo, usen esa plata para una cosa que les guste y les sacie el alma". Mi mamá ayer me dio la noticia de que me va a pagar todos los meses las clases de salsa. Así que hoy, Martes 1º de Junio, decidí comprarme un libro en dicho puestito. Varios me llamaron la atención pero decidí empezar por Siddhartha, novela corta que un amor poco recomendable me recomendó hace tiempo atrás. Además, su autor, Hermann Hesse, durante la primera Guerra Mundial, se dedicó a ayudar a los prisioneros alemanes donándoles material de lectura. Una relación similar a la que vamos a tener el vendedor y yo (por más que él no lo sepa todavía). Hablando del vendedor… hoy, al comprarle el libro le pregunté si lo había leído. Me respondió que sí y después de un tiempo corto pero lo suficientemente largo para que yo me entusiasmara, me dijo: “Ahh, ¿el libro? No, no lo leí”. Un poco desilusionada traté de animarlo a leerlo con el “dicen que está bueno”, capaz con eso causo un efecto Bandwagon (tendencia a hacer o creer cosas porque otras personas lo hacen o creen). No me dio más que las gracias, pero esto recién empieza, ya voy a ser una minúscula parte de su vida como él comenzó siendo parte de la mía a partir del día de hoy. Con que lea el prólogo de uno de los libros que le recomiendo soy feliz.


Lo empecé a leer mientras volvía a mi casa. Llegué a leer un sólo capítulo pero con eso basta para entender porque me lo recomendaste.